martes, 30 de abril de 2013

Eva Shakouri vicepresidenta del CBA y Carlos Danús nuevo vocal

Eva Shakouri ha sido designada nueva vicepresidenta del CBA por la junta directiva que tuvo lugar el lunes día 29. La nueva vicepresidenta tendrá especial dedicación a la organización de los “Encuentros” que el Círculo proyecta. Con los “Encuentros del Círculo de Bellas Artes”, el CBA propone enriquecer la oferta cultural de Mallorca fomentando el diálogo y el intercambio de experiencias, teorías y pensamiento entre los destacados profesionales de talla internacional que visitan la isla, y la comunidad artística de la isla compuesta por los artistas, los amantes del arte y los profesionales del sector cultural. Cada año, las galerías y museos de Palma invitan a una cuidada selección de los principales artistas, catedráticos y expertos internacionales en distintos campos del conocimiento a la isla.
El Círculo de Bellas Artes propone aprovechar su presencia en la isla para conocer mejor a estas figuras internacionales, tener una visión directa y privilegiada de su trabajo, comentar distendidamente ideas y proyectos con ellos, y forjar vínculos y lazos de amistad. El formato de estos encuentros variará en función de los invitados; desde talleres con muestras prácticas de su trabajo, hasta debates, tertulias y conferencias.
Por otra parte Carlos Danús, que se incorpora a la junta a propuesta de la presidencia, tendrá especial dedicación a los talleres que organiza el CBA y que con motivo de su nueva ubicación en Ses Voltes serán potenciados.

viernes, 26 de abril de 2013

PRESENTACION DE “TIME LAPSE” DE SALVADOR CARRASCOSA Y DE “DARRERA VERSIÓ” DE ROSAMARÍA ALBERDI.

La primera edición del premio de poesía “Homenaje a los poetas”, promovido por el Circulo de Bellas Artes de Palma, ganado por Salvador Carrascosa con una obra titulada “Time Lapse” con Rosamaría Alberdi como finalista fue presentada el jueves dia 25 en la librería Jaume de Montsó de Palma en el transcurso de la celebración de la reunión poética El Ultimo Jueves. El jurado del premio, tras las oportunas deliberaciones sobre los ocho poemarios finalistas obtenidos de la prelectura de todos los originales presentados a concurso, decidió por unanimidad otorgar el premio al poemario Time Lapse, del que destacan el aprovechamiento trascendente de la anécdota, la precisión del lenguaje y el dominio del ritmo. Time Lapse, que incluye pasajes verdaderamente luminosos, muestra un mundo poético acabado y coherente, desarraigado pero sin estridencias, sin solemnidades impostadas, de un tono humanísimo. Así mismo, el jurado decidió hacer mención especial de dos de los poemarios restantes por su especial calidad: Darrera versió, de Rosa María Alberdi y Atardece en la región de los tilos, de Juan Lorenzo Collado. Darrera versió se hace acreedora de la distinción por ser de una sencillez difícil de articular con semejante fluidez y coherencia; por su componente de reflexión y el uso de sencillos juegos de palabras como espoleta de esa reflexión; por el interesante vínculo que establece entre vida y lenguaje (o amor y poesía) y por su índole alambicada, destilada, despojada de lo innecesario. En cuanto a Atardece en la región de los tilos, el jurado considera la dificultad de encadenar más de doscientos haikus con tanta solvencia. El jurado estuvo compuesto por los escritores Carlos Jover, Román Piña Valls y Juan Luis Calbarro actuando, aunque sin voto, como secretario y presidente respectivamente, Antonio Rigo, coordinador de Literatura del CBA, y Gaspar Sabater, presidente del CBA. En el acto de presentación Salvador Carrascosa, pronunció las palabras que a continuación reproducimos: NOTAS SOBRE POESÍA Breve discurso para la presentación de Time Lapse. No sé cuál será la actitud de otros autores pero, en mi caso, la verdad, hablar de mi propia poesía se me hace difícil. No he llegado a elaborar una teoría coherente o una justificación de por qué, cómo y para qué escribo. Y lo más que puedo decir al respecto es que tengo intuiciones y, a veces, revelaciones, sobre todo cuando -una vez el poema está hecho- lo releo y me parece que no soy yo quien lo ha escrito. En general, y en cuanto a mis gustos literarios, creo que soy demasiado estricto y demasiado crítico, por lo que, a día de hoy, de toda la poesía que he leído, y les aseguro que no ha sido poca, salvaría apenas una decena de poemas, mi antología personal, composiciones logradas que me han acompañado durante años y que aún habrán de ser leídas una y otra vez, y pensadas y tenidas en cuenta. De un libro, un poema; a veces es más que suficiente. El valor de la poesía, al margen de otras consideraciones, se establece siempre en su relación concreta con cada lector. Y así, las palabras que en unos provocan indiferencia o hasta rechazo, en otros provocarán emoción e identificación. Imagino, por lo tanto, que hay que relativizar y no perder de vista que ningún poema es nada sin su correspondiente lector. En cuanto a mí, y esta es sólo mi humilde opinión, diré que no me gusta la poesía que no puedo entender, la que no me transmite una idea o, al menos, me plantea algún interrogante. No suele gustarme la poesía hipermoderna, experimental, superoriginal, la que pone el acento en lo novedoso de su estructura y en la inclusión de términos de rabiosa actualidad. Y tampoco me gusta la poesía recargada de metáforas que, finalmente, como un exuberante bosque, no deja ver el suelo de ese bosque. Ciertas dosis de misterio, el contacto con la realidad presente y la belleza de algunas asociaciones de palabras, son tolerables y hasta necesarias, pero nunca como fines en sí mismos, sino en cuanto contribuyan a una equilibrada exposición del poema. Además, y dado los tiempos que corren, creo que la poesía debe involucrarse en la crítica social y en el examen de muchos valores que, según parece, siguen una deriva equivocada y peligrosa, al menos -como ya se ha insinuado- mediante imágenes y preguntas que cuestionen el sentido ético de nuestros comportamientos. Aunque esto ya sea un tópico, estoy convencido de que ética y estética deben conjugarse necesariamente en la poesía, lo mismo que sinceridad y claridad. Y cuando hablo de sinceridad y claridad no me refiero tanto a las afirmaciones dogmáticas, pues es evidente que el poeta no tiene por qué erigirse en intérprete de verdades absolutas, sino a sus temores, sentimientos y dudas. Es tentación, para el que escribe poesía, pensar que su palabra sea oracular, iluminada, verdadera. Pero ya vendrán después los lectores a poner las cosas en su sitio. La génesis de Time Lapse -que significa: tiempo acelerado- se encuentra en el primer poema, el que da título al libro. Escrito entre enero y mayo del año 2012, y con la distancia de los meses transcurridos, pienso ahora que esa semilla ha propiciado el crecimiento de todo el conjunto, que el resto de los poemas acompañan y complementan al primero. Este poema, basado en un hecho real (la primera experiencia o conocimiento del autor sobre la muerte), pretende decir algo nada original, pero sí esencial. Algo que se ha dicho ya muchas veces: que la vida es muy breve y que, en esas condiciones, y ante el asombro de reconocernos humanos, no valen la pena ni el egoísmo, ni la ambición desmedida ni la maldad. Esta es, fundamentalmente, la idea que a mí me gustaría trasladar a quienes me leyeran. Nacemos y morimos, y en el intermedio, para darle sentido a ese nacimiento y a esa muerte, no caben otras disposiciones más que el amor, la solidaridad, la alegría, la paz, el respeto y la bondad..., en fin, todo aquello que nos debería caracterizar como responsables de este mundo amenazado, de sus paisajes, de sus animales y de nuestros semejantes. Aunque hace muchos años que escribo, este es mi primer libro publicado. Sin obviar la lógica satisfacción por el premio concedido por el Círculo de Bellas Artes y la edición de mis poemas en la editorial Sloper, hasta hace poco pensaba que tal vez llegaba un poco tarde a la cita, hasta que he sabido que una abuelita japonesa -Toyo Shibata- comenzó a escribir poemas a los 92 años y que, de uno de sus dos únicos libros, ya ha vendido más de un millón y medio de ejemplares. Eso renueva mis esperanzas. Pero con mucho menos me contentaría, si tan sólo uno o dos de mis poemas formaran parte de la antología personal de unos pocos lectores. No hay edad límite para la escritura, ni para la lectura ni el aprendizaje, como no la hay para casi nada. Todo, en el fondo, es expresión y comunicación y, debería ser responsabilidad de cada uno utilizar la maravillosa herramienta que las palabras constituyen para que tales empeños produzcan resultados positivos. Son pocos los temas que de verdad importan, pero dichos una y mil veces, se digan como se digan, al parecer -y según las circunstancias- habrá que seguir insistiendo.